La Ciudad. Motril

Antecedentes

Los orígenes de la ciudad de Motril no están claramente determinados, aunque hay constancia de su existencia desde la época árabe, a finales del siglo XV. En la época de la reconquista su extensión era de 35.000 m² y el perímetro coincidía con lo que hoy conocemos como casco antiguo.

A finales del siglo XVI, surgen nuevos ingenios a levante del recinto, que dan lugar a la implantación de las primeras edificaciones fuera del casco. Esta nueva edificación se consolida en el XVII, apareciendo la actual Plaza de los Jardinillos como principal calle de comercio. El Camino de las Cañas y Calle Nueva surgen de los desplazamientos para transportar la caña desde la Vega a los ingenios de la zona Este. La salida hacia las vegas de Panata y Pataura va generando las construcciones extramuros, formándose posteriormente los barrios de la Esparraguera y Portugueses al Norte del recinto.
En el siglo XVIII, se crean nuevos barrios: Piedrabuena y calle Cruces y se abre la calle Nueva. A mediados del siglo XIX (1846), se inaugura el Paseo de las Explanadas, siendo el primer gran espacio público de la Ciudad.

El siglo XX se inicia con una ciudad de 15.000 habitantes y aproximadamente 150 manzanas, con tipologías propias de viviendas unifamiliares, agrupadas en manzanas densas, algunas casas señoriales y edificios administrativos, organizados en una traza irregular y de crecimiento desordenado.

Han funcionado como generadores de la estructura urbana las carreteras de comunicación con las tres capitales de provincia: Málaga, Granada y Almería, el Camino de las Vegas de Panata y Pataura, el Camino del Cementerio y el Camino al Varadero, actuando las ramblas del Cenador y Capuchinos como limitadores por el Este y Oeste en las primeras etapas del desarrollo y la Acequia principal por el Sur. Formando parte de los elementos que atraen a la ciudad, se situaban las ermitas de las Angustias, San Antonio y Convento de Capuchinos.

Esta estructura no sufre variaciones importantes desde principios de siglo hasta mediados, extendiéndose de forma discontinua, con construcciones en sus bordes, lo que produce una expansión hacia zonas periféricas siguiendo la estructura radial definida por las principales vías y generando un suelo intermedio que tarda en edificarse.

Surge el camino que terminará siendo la Avenida de Salobreña a mediados de siglo, conectando la zona Este y Oeste por el Sur y la eliminación de la Acequia Principal como elemento barrera del crecimiento al Sur. Esta sería la primera ocupación de las tierras de la vega por una infraestructura urbana.

Entre los años 50-60 se produce la primera intervención oficial de la administración para paliar la necesidad de viviendas, construyéndose los grupos de viviendas sociales de “Casas Nuevas” y “Los Albergues” de San Antonio.

En la década 60-70 se produce un salto hacia fuera del casco consolidado por el que se duplica la superficie construida de la Ciudad. Este crecimiento se da sobre todo hacia el Norte, generando una trama nueva con dos trazas bien diferenciadas al Este y Oeste de la Carretera de Granada. En el Oeste se genera una malla irregular con calles estrechas, de dirección Norte-Sur, paralelas a los caminos, y en el Este se diseña un trazado regular y cartesiano apoyado en una calle de nueva traza (C/ Ancha), de mayor sección y en sentido Este-Oeste, con calles perpendiculares Norte-Sur, configurando una trama que rompe con la estructura radial predominante. Se crean zonas intermedias o bolsas sin edificación que son ocupadas progresiva y paralelamente a la revalorización del terreno.

Las actuaciones de iniciativa pública para implantación de equipamientos es bastante importante en esta década, construyéndose, entre otros, el Instituto Laboral, Instituto Francisco Javier de Burgos, Campo de Fútbol Escribano Castilla o el Asilo de Santa Amelia, todos emplazados fuera del casco consolidado dispuestos sin más criterio de ordenación que la propia forma de la parcela original sobre la que se asientan.

En la década 70-80, la edificación maciza los huecos de la trama urbana generados en el desarrollo urbanístico de la etapa anterior, y se producen los mayores impactos sobre la trama antigua, llevándose a cabo una importante sustitución de edificaciones tradicionales de baja altura en el casco antiguo, por edificios plurifamiliares de 5 plantas de altura media, llegando hasta las 10 y 12 en muchos casos, con la consiguiente densificación de la trama en las zonas céntricas. A pesar de la aprobación del primer Plan General en 1976, su excesiva permisividad con tipos edificatorios no acordes con su emplazamiento, en cuanto a alturas y volúmenes edificables, no mejoró la situación, siendo herencia de este Plan los numerosos entrantes y salientes que hoy caracterizan algunas de nuestras vías, como resultado de un ambicioso plan de alineaciones cuya ejecución fue inviable.

Como consecuencia de la planificación derivada de los planes generales de 1983 y 1990, se conecta parcialmente la estructura urbana con la apertura de viarios en sentido Este-Oeste, se construye la variante de la N-340, se urbaniza la Ronda Oeste como vía de circunvalación que conecta el Norte y Sur de la Ciudad, y se continúa con el relleno de los vacíos urbanos. Mediante una actuación planificada y ordenada se cubre la Rambla de los Alamos, superando la barrera física que había limitado el crecimiento por levante, continuando con el crecimiento histórico en dirección Nordeste.

Actualidad

Del proceso histórico expuesto ha quedado una ciudad con una estructura urbana muy heterogénea y no muy coherente; no están resueltas las relaciones entre en sus elementos fundamentales, calles y manzanas, ni hay una correcta y eficaz jerarquía en el viario.

La interrupción del entramado urbano con calles sin salida o en fondo de saco; anchuras diferentes a lo largo de las mismas. Manzanas desiguales y de escasa representación urbana, así como vacíos irregulares con muy difícil inserción en la estructura urbana por su forma y dimensiones; éstos no permiten definir ni concretar espacios urbanos de interés y dentro de la trama se manifiestan como “sobrantes”. Existe una falta total de articulación entre los barrios o zonas con distintas tejidos urbanos, que al surgir, han obviado las condiciones de contorno, solucionando únicamente las necesidades internas planteadas desde el tipo de ciudad propuesto en cada caso. Todo esto ha dado como resultado una ciudad troceada, y poco estructurada.

Queda constancia de esto en la distintas áreas homogéneas de la ciudad, que demuestran tener escasa y difícil relación entre ellas, presentando una estructura bastante inconexa, desde el punto de vista funcional y de la estructura así como desde el punto de vista morfológico. Hasta quince sectores o áreas homogéneas se distinguen, atendiendo a criterios tales como uso predominante, tipologías, tipo de población, antigüedad, trama urbana y continuidad espacial: Casco Antiguo, Centro Comercial, Las Angustias-Las Monjas, El Pilar-Manuel Peña, Aguas del Hospital-La Matraquilla, San Antonio-Calle Ancha, Hospital-Aviación, Huerto del Capitán-Piedrabuena, Casas Nuevas-Divina Pastora, Calle Cuevas-La Fabriquilla, Cerrillo Jaime, Los Álamos-San Fernando, Zona de Equipamientos Sur, El Vadillo y Zona Comercial de La Puchilla.

La importancia, antes comentada, de las vías de comunicación y de las ramblas a la hora de organizar el crecimiento espontáneo de la ciudad ha hecho que se generen en torno a ellas, los lugares más valorados y adecuados para la ubicación de los distintos servicios y equipamientos, como era de esperar, en la dirección natural de los flujos.

Desde este punto de vista ha sido fundamental la configuración topográfica y geográfica sobre la que ha crecido el núcleo urbano; la tendencia lineal en el crecimiento en dirección Norte-Sur -la misma que la traza de las ramblas ha impuesto-, ha conllevado a una inexistencia de comunicaciones fluidas entre los otros puntos cardinales Este-Oeste.

Paralelamente se produce una concentración exagerada de dotaciones de servicios, institucional y comercio en el centro urbano y, por tanto, una desigual distribución de equipamientos por barrios, que no sólo origina un desequilibrio muy importante en la ciudad a nivel funcional y estructural, sino que además, genera una situación de descrédito sobre el resto de la ciudad.

Este crecimiento arbitrario, sin planificación hasta 1980, ha hecho llegar a la ciudad a sus límites sin resolverlos, extendiéndose hasta “fronteras virtuales”, o bordes que, en el caso de actuaciones privadas, han sido definidos con el único argumento que ofrece la extensión de la propiedad afectada por el proceso urbanizador, y en las de carácter público, simplemente no han sido definidas, provocando serias dificultades de articulación del territorio en las zonas de extensión por esta falta de terminación y definición de los espacios de borde, consolidados en forma pero indeterminados en uso.

La Alcoholera, entorno de Pabellón cubierto, Parque de los Pueblos de América, al Sur; el cauce de la rambla y sus diferencias de niveles al Norte; la ronda pendiente de ampliación y dotación al Oeste; área de expansión y ampliación de la ciudad al Este… . Hay claros ejemplos en donde encontramos detalles de una ciudad permanentemente inacabada.

No obstante, en los últimos años, se ha desarrollado el sector del Este, M-2 Rambla de los Álamos, y M-3 Fábrica de San Fernando, que han resuelto, en sus respectivos ámbitos, alguno de los problemas básicos que se han expuesto. De un lado ocupación de nuevos suelos ante una trama interior agotada; de otro lado, la ocupación de suelos más allá del límite histórico de la Rambla, incorporando a ésta en una estructura organizada en torno a espacios libres, recorridos peatonales y vías de sección amplia, con edificaciones de baja densidad; esto ha logrado la puesta en valor de lo que era un borde de ciudad marginal.

La apuesta por el eje histórico de crecimiento Norte-Este, ha creado una dinámica positiva en suelos que no tenían tal expectativa de crecimiento. No en vano, se produce una incorporación a la trama de más de 23 hectáreas, representando un 7’5% de la superficie total del casco, comparable al crecimiento de la trama experimentado en la década de los 60 y representando una de las actuaciones más significativas desarrolladas durante el último cuarto de siglo. El desarrollo de este sector ha sido posible gracias al planteamiento de desarrollo conjunto entre administración local y autonómica, ya que la envergadura de la actuación ya prevista en el PGOU 1983, coartaba la iniciativa privada.

El Pilar-Manuel Peña y el Casco Antiguo mantienen el ritmo de la década anterior, con incorporaciones de suelo a la trama en las proximidades de la Ronda de Poniente en el caso del Pilar-Manuel Peña y mediante sustitución de antiguas edificaciones en el caso del Casco Antiguo. Como sectores en desarrollo aparecen Hospital-Aviación con crecimiento al Norte y Oeste, Aguas del Hospital-Matraquilla con crecimiento al Suroeste ocupando la vega y, evidentemente, los sectores ya mencionados de la Rambla de los Álamos.

La ciudad actual en datos

En la actualidad el casco urbano se desarrolla sobre una extensión de suelo de 315 hectáreas, siendo su forma sensiblemente circular y asentado sobre una topografía con pendiente Norte-Sur de un 6% como término medio. Su trama urbana está compuesta por la agrupación desordenada de manzanas que se han ido incorporando en las sucesivas etapas de desarrollo de la ciudad y que se ha acabado de completar con la ordenación de los vacíos urbanos llevada a cabo durante las últimas décadas, siendo en la actualidad una trama densa y continua.

El parque inmueble lo componen un total de 17.030 viviendas, lo que otorga una densidad al núcleo de 53,53 viviendas/hectárea.

La distribución de viviendas entre las distintas zonas del casco es muy desigual, apareciendo las zonas del Centro Comercial y Aguas del Hospital como las de mayor concentración, con valores superiores a las 125 viviendas/hectárea, estando constituidas mayoritariamente por tipologías intensivas plurifamiliares desarrolladas en bloques en altura.

Por el contrario, las zonas del Cerrillo Jaime, El Pilar-Manuel Peña y Hospital-Aviación, con tipologías extensivas aunque muy distintas entre sí, registran densidades en torno a las 30 viviendas/hectárea.

Con densidades intermedias, entre 60-100 viviendas/hectárea, se encuentran el Casco Antiguo, donde se combinan las viviendas unifamiliares entre medianeras con bloques en altura; Huerto del Capitán-Piedrabuena, desarrollado en viviendas unifamiliares, estructuradas en una densa trama carente de espacios libres; Casas Nuevas-Divina Pastora y Cuevas-La Fabriquilla, con desarrollos combinados de tipologías unifamiliares y plurifamiliares.

La población censada en el núcleo es de 43.537 habitantes, siendo la densidad de 138,18 habitantes por hectárea. Por zonas, las más densas son: Aguas del Hospital-La Matraquilla, Centro Comercial y Casas Nuevas-Divina Pastora, con densidades que superan los 250 habitantes/hectárea, siendo los que menos densidad registran El Pilar-Manuel Peña, Hospital-Aviación y Cerrillo Jaime.